LA ANSIEDAD & LA LEYENDA DE LA VARITA

 "Muchos creen que existe, algunos constatan haberla visto de lejos, otros presumen de saber dónde está la codiciada varita que cura la ansiedad por arte de magia..."


Osvaldo: "Estoy yendo a un psiquiatra de mucho prestigio en Alicante"

 Osvaldo, un joven veinteañero de Elda, acudió a consulta porque se lo dijo su psiquiatra, debía hacer psicoterapia junto a la medicación que tenía prescrita. Según lo que expuso Osvaldo en consulta, estaba pasándolo realmente mal porque tenía ansiedad, entonces decidió no perder el tiempo y buscar en la capital un psiquiatra que le ayudara a curar su ansiedad, de mucho prestigio, con muchísima experiencia y un currículum extenso, tenía que coger el coche y desplazarse hasta Alicante, donde él le esperaría en una lujosa consulta el médico psiquiatra quien le prescribió antidepresivos y un ansiolítico, por supuesto esto le dejaría atontado, según él por fin ya estaba sanado de su problema de ansiedad, no obstante tenía que ir al psicólogo, el cual le explicó que la ansiedad de por sí, no se iba a ir sola y que iba a requerir de unos ejercicios de respiración y de unas técnicas para disiparla, a lo que él respondía que ya estaba yendo a un psiquiatra de mucho prestigio y caro, poniendo una expresión en su rostro de incomodidad al tener que disminuir la medicación para empezar a hacer un esfuerzo real, se le explicó todo lo que tenía que hacer y se le dio cita para una semana, antes de tres días, mandó un mensaje para anular la siguiente cita...

 Conclusión: Osvaldo ya tenía su varita mágica: las pastillas que le había recetado su psiquiatra, el haber acudido al psicólogo es un aburrimiento para él, ahora acudirá corriendo al psiquiatra a decirle lo absurdo de las faenas encomendadas por el psicólogo... Seguro que acabará en la consulta de un psicólogo donde acudir exclusivamente a exponer su malestar (por no solucionar los problemas reales que tiene).


 Pascualina: "He ido a todos los psicólogos de Elda y Petrer, no ha servido de nada"

 Pascualina es uno de esos casos comunes de una persona que está apunto de cumplir los cincuenta años y todavía no se ha percatado de que sus acciones tienen consecuencias... . Pascualina padecía ansiedad y tenía unos rasgos que bien podrían ser tratados con psicoterapia, no obstante, era un prototipo de persona de quejarse mucho y hacer prácticamente nada, comenzó yendo a psicoterapia a la psicóloga de la seguridad social, que pronto dejaría de ir con excusas de que las sesiones eran muy breves y que buscaba (según ella) esa atención especial que merecía. 

 Empezó a hablar de su sufrimiento con la ansiedad en su círculo social, donde la gente empezaría a recomendarle psicólogos a los cuales ella no tardaría en acudir a sus consultas, acudía apenas peinada con cara de lástima, relatando todo su drama, iba buscando al profesional que le diera la cura definitiva de la ansiedad (la varita mágica), su actitud era algo satírica, se sentaba en la silla frente al profesional, relataba todos sus síntomas y todos los profesionales a los que había asistido, los cuales habían sido una decepción, cuando el psicólogo le ponía unas metas y trabajo para hacer, a la segunda o tercera sesión, anulaba la cita. Después de haber acudido a todos los psicólogos habidos y por haber, fardaba de decir por donde pasaba: "He ido a todos los psicólogos de Elda y Petrer y no ha servido de nada", "los psicólogos son unos charlatanes, mejor gastarse el dinero en otra cosa".

 Conclusión: Pascualina estaba buscando a un psicólogo que sacara la varita mágica, le tocase en la frente y todos sus males desapareciesen mientras ella repantingaba su grasiento trasero en la silla, puesto que para eso había pagado la sesión.


 Petra: "¿Pero la ansiedad se cura?" "He hecho tests"

 Petra es uno de eso casos con los que a veces uno se topa de tanto en tanto, Petra acudió a consulta con su problema de ansiedad y una carpeta muy coqueta con informes y resultados de tests... Según Petra acudía a esta consulta porque se había venido a vivir a Elda y no podía ir al gabinete de la psicóloga donde hacía varios años que estaba yendo, era un gabinete de psicología de tipo comercial, donde mantienen en consulta a los pacientes mucho tiempo, con el consiguiente aprovechamiento económico...

 Petra mostraba los informes y los resultados de los tests que su expsicóloga le había suministrado como oro en paño, como si su existencia dependiera de ello, a lo cual añadía la pregunta: "¿pero la ansiedad se cura?". Se le explicó que la ansiedad se gestiona, no se cura de por sí, mucho menos haciendo sesiones por hacer sesiones... Petra tenía una vida realmente aburrida, después de estudiar, se encerraba en casa pensando en su "enfermedad", su vida social era prácticamente nula... Cuando se le explicaba que debía ordenar y tener una vida más estimulante, respondía con que "había hecho tests" que indicaban que se encontraba mal, no había manera de sacarla de esa tesitura, por supuesto, al finalizar la sesión, nunca jamás volvió a consulta.

 Conclusión: Petra se había acomodado en no ordenar su vida, sino en ponerse etiquetas de presuntos problemas mentales siendo esta la varita que le permitiría no hacer nada efectivo por mejorar su vida, asumiendo terapias vacías para expectativas vacuas.


Crésida: "mala atención, la culpa es tuya"

 El caso de Crésida es muy popular, "llamo para coger cita para otra persona", una persona llama a la consulta porque está muy preocupada con la vida que está llevando un familiar suyo adulto, eso le genera ansiedad y ve la solución en "delegar" toda responsabilidad vital en un psicólogo... Llama por teléfono para coger cita para una persona que no padece ninguna minusvalía y está en su sano juicio, sin embargo su vida está algo desorientada, al venir a la consulta los problemas que relata distan mucho de ser graves, al contrario, son de los más mundanos, al terminar las sesiones se le dice que si necesita más ayuda que vuelva y que siga con normalidad con su vida. Crésida esperaba que su familiar se convirtiera en lo que ella quería, por lo tanto culpa al psicólogo de su mala atención y lo culpabiliza con ansiedad de todo.

 Conclusión: el psicólogo debe velar por la salud del paciente y ayudarle en los objetivos que este quiera, no hacia donde una tercera persona pretenda, no obstante, hay terapeutas que a cambio de dinero se prestan al juego de convertir a la persona a la carta, ¿realmente funciona? A corto plazo sí, la persona puede ser pintada del color propuesto por el postor, pero con el tiempo la pintura se deshace y se va cayendo. La persona no ha sido "tratada" sino "maltratada" por el terapeuta y el postor, puesto que no pudo escoger con el dedo qué quería trabajar de sí misma, una encerrona en toda regla, no obstante no existe ninguna "ley" que regule este asunto.

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